El
Ensanche de Barcelona, joya urbanística que admira todo el mundo, se pudo
realizar gracias a una decisión política tomada hace 153 años por el Gobierno
de España que presidía Leopoldo O’Donnell, con Rafael de Burgos y Castilla como
ministro de Fomento. El poder local, representado por el Ayuntamiento de la
ciudad, había elegido otro modelo con calles más estrechas y radiales que facilitaba
la especulación y la separación social.
El mérito de los progresistas que detentaban el
poder en Madrid, así como el de los que les aconsejaron, no fue otro que el de
reconocer el valor del proyecto que había preparado Ildefons Cerdà y comprometerse con su ejecución pensando en la ciudad y los ciudadanos de su tiempo y del futuro, sin
importarles el enfrentamiento con la poderosa burguesía
barcelonesa. Pagaron por ello,
pero mucho más el autor de la obra maestra del urbanismo de su época y el que más agradecimiento merece: Cerdà, un
visionari maleït, como le llama Lluís
Permanyer.
Retrato póstumo de Ildefons Cerdà
i Sunyer
Ildefons Cerdà
i Sunyer nació en Centelles (Barcelona) el 23 de diciembre de 1815 en el seno de una rica familia terrateniente propietaria de la extensa finca del Mas Cerdà desde el siglo XV.
El Mas
Cerdà de la Garga, donde nació y se crió Ildefons Cerdà
Fue el
cuarto de seis hermanos y se le destinó a seguir la carrera eclesiástica en el seminario de Vic, pero en 1832, en desacuerdo con su padre, se
trasladó a Barcelona para estudiar matemáticas y arquitectura. No llegó a
alcanzar el título de arquitecto porque en 1835 marchó a Madrid e ingresó en la
Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, que había sido reabierta.
Aunque su madre le enviaba dinero, pasó apuros económicos y tuvo que dar clases
de matemáticas y gramática para mantenerse. En 1841 obtiene su título, ingresa
en el cuerpo de Ingenieros de Caminos - el de ideas más avanzadas del país - y comienza
a trabajar para el Estado. Consigue la independencia económica y actúa con
plena entrega en el campo de las ideas liberales.
Se alistó
a la Milicia Nacional, organización de ciudadanos armados, distinta del Ejército, al servicio del proyecto político liberal.
En 1848
casó con Clotilde Bosch, hermosa joven de 19 años hija de un banquero. El
matrimonio no funcionó bien, a pesar de que tuvieron cuatro hijas. En 1862, poco
después del nacimiento de la cuarta (en la que Ildefons no había participado),
se separaron. Esta hija menor, Clotilde Cerdà, niña prodigio de la música, fue
la arpista de fama mundial Esmeralda Cervantes, nombre artístico que le había aconsejado
Victor Hugo.
Las
prematuras muertes de su padre y hermanos mayores convirtieron a Cerdà en heredero del patrimonio familiar en 1848, lo que le permitió en 1849 separarse del
Cuerpo de Ingenieros de Caminos y dedicarse, de forma obsesiva hasta el final de su vida, a
sus dos pasiones: la función pública (la política) y el urbanismo.
Como
político, participó en las elecciones de 1850 en la misma candidatura
progresista que Pascual Madoz, siendo elegido diputado por Barcelona en las
Cortes Españolas. Más tarde, en 1854, entró como regidor en el Ayuntamiento de
Barcelona. Intervino como mediador en conflictos sociales, lo que le generó
enemistades en las clases dominantes. En 1856 fue destituido del Ayuntamiento
por el Capitán General y encarcelado en dos ocasiones, pero en 1864 volvió a
ser regidor. Durante la revolución de 1868 volvió a la política como militante
del Partido Republicano Democrático Federal y en 1871 fue elegido miembro de la
Diputación de Barcelona, de la que fue vicepresidente y presidente, contribuyendo
a proclamar la Primera República Española en 1873.
Para
Cerdà, como dijo en 1880 su biógrafo Manuel Angelón en el Ateneo Barcelonés, "la palabra política quería decir país, quería decir humanidad; consideraba la
política como una ciencia práctica, y cuanto no es práctico no era política
para él. Nunca fue político en el sentido especulativo de la palabra."
La pasión
por el urbanismo se despertó en Cerdà durante su estancia de estudiante en Barcelona,
al entrar en contacto con el socialismo utópico de Cabet y relacionarse con
Narcís Monturiol. Pero fue a partir de 1850 cuando fijó las bases de su
proyecto urbanístico al constatar como la ciudad, ahogada por las murallas, no
podía crecer física ni higiénicamente. En las páginas iniciales de su "Teoría General
de la Urbanización", Cerdà revela la intensidad de su pasión, a la que
sacrificaba todo, incluso su carrera como Ingeniero:
"la
sacrifiqué también sin vacilar, a fin de quedar enteramente libre e
independiente, sin estorbo alguno que me embarazase en mi camino, sin
consideración de ningún género que se opusiese a mi propósito, sin traba alguna
que pudiese contener mi afición, ya irresistible, a los estudios de
urbanización."
Y en la
introducción a su "Monografía estadística de la clase obrera de Barcelona en
1856", dice Cerdà:
"En un
tratado de urbanización, y más aún cuando su objeto es el de la aplicación
práctica a la reforma y ensanche de una urbe dada, es de primera necesidad
conocer bajo todos sus aspectos y, en cuanto cabe, hasta en los más íntimos
medios y resortes, el funcionamiento de todas y de cada una de las clases que
componen la población predestinada a encerrarse y vivir en la urbe, de cuyo
mejoramiento material se trata."
El
urbanismo de Cerdà es resultado de sus ideas políticas y sociales, del conocimiento
de los cambios que se estaban produciendo en la sociedad de su tiempo, por el desarrollo
tecnológico, y de su previsión del futuro.
En 1857
escribió: "Cuando las vías férreas se hayan generalizado, todas las naciones
Europeas serán una sola ciudad y todas las familias una sola, unas mismas serán
sus formas de gobierno, unas mismas serán sus creencias, hablarán un solo
idioma y serán análogas sus costumbres".
Y en
1859: "Todo en este siglo se encamina a la desaparición de los límites, todo
tiende a la fusión general, todo propende a la paz."
Dice
Fabián Estapé: "ldefonso Cerdá era ciertamente un técnico, pero en sus
trabajos buscó las soluciones técnicas a sus preocupaciones políticas y
sociales. … Por encima de los detalles técnicos, el Plano Cerdá supone la
aplicación de su ideología y de sus convicciones políticas a la tarea
urbanizadora."
Una de
las singularidades de su Plano es el chaflán de 20 m. que convierte los
cruces de las calles de 20 m. de ancho en plazas con forma de octógono regular, para facilitar la circulación y
aparcamiento de lo que él llamaba locomotoras particulares (el motor de
explosión no se había inventado todavía), que no dudaba iban a proliferar en el
futuro.
Viñeta en un almanaque humorístico, 1863
La vida de Ildefons Cerdà durante
el desarrollo del Ensanche no fue fácil. Desde el principio sufrió la oposición
y el desprecio de la clase dominante de Barcelona, que no aceptaba el carácter
antiespeculativo, igualitario y racionalista de su plan; y también de los
arquitectos, que consideraron una afrenta el hecho de que la responsabilidad
urbanística recayera en un ingeniero.
El proyecto inicial de
1859 se fue desvirtuando casi desde el principio, cerrando las manzanas,
elevando la altura de los edificios y construyendo en los espacios verdes.
Dice
Fabián Estapé:
"La tarea de Cerdá fue
casi inhumana, y por serlo tuvo que pagar un altísimo precio de
incomprensiones, injurias e ingratitudes. Pero estimo que Ildefonso Cerdá
merece cualquier cosa menos compasión. Cuando puede observarse una relación de
causa-efecto entre la vocación libremente elegida y los resultados conseguidos,
el sentimiento que ha de brotar es el de admiración y no el de conmiseración.
En cierto modo, Ildefonso Cerdà fue un iluminado que tuvo tiempo suficiente, a
pesar de todo, para contemplar los resultados de sus esfuerzos."
Sin embargo, reconoce que:"Después del cenit alcanzado en 1859 y 1860, los años que le
separan de su muerte no fueron más que un prolongado, amargo y durísimo
naufragio."
El verano de 1876 se
trasladó con una de sus hijas a las termas de Caldas de Besayas (Santander), ignorando
que sufría una cardiopatía. Falleció el 21 de agosto como consecuencia de un
sincope cardíaco.
Dos días después, los diarios barceloneses Diario de
Barcelona y La Imprenta insertaron su esquela. En este último, afín a sus
ideas, puede leerse: "El señor Cerdá era liberal y tenía talento, dos
circunstancias que en España perjudican y suelen crear muchos enemigos; pero
así como pasados algunos años se ha reconocido la bondad de su plano de
ensanche, hoy ya en el sepulcro, se hará justicia a sus eminentes cualidades."
Los restos de Cerdà fueron
trasladados a Barcelona en 1971 para ser enterrados en el cementerio de Montjuich bajo
una losa de mármol blanco que reproduce su plano de 1859 (Antoni Riera i Clavillé/
Josep Mª. Subirachs).
Tumba de Ildefons Cerdà i Sunyer
A medida que se iba desarrollando el Ensanche de Barcelona
aumentaba el número de personas que lo valoraba y quería expresar su reconocimiento
a Cerdà.
LA
VANGUARDIA del 7 de mayo de 1884 recoge en su Crónica la sesión del
Ayuntamiento del día anterior en la que se solicitó "que en el centro de la plaza de Tetuán se levante un monumento dedicado a la memoria del ingeniero don
Ildefonso Cerdá"
El
periódico La Esquella de la Torratxa le dedicó este verso en 1889:
La millor flor que figura / en sa fúnebre corona, / es lo sèu plano d' Ensanche / que ha transformat Barcelona.
(Un cap
de brot es una persona que destaca sobremanera en lo que hace, una eminencia).
En el congreso
internacional de ingeniería, que tuvo lugar en Barcelona con ocasión de la
Exposición Universal de 1888, los asistentes instaron al Ayuntamiento a que levantara
un monumento a Cerdà, cuya obra estimaban era una honra para la ciudad y para
la ciencia. El periodista y cronista de la ciudad de Barcelona Lluís Permanyer,
explicaba en LA VANGUARDIA del 28 de mayo de 2009 (pocos días antes de comenzar el Año
Cerdá) el fracaso de este monumento, "del que existían maqueta y plano e incluso se había escogido
el lugar y puesto la primera piedra". El alcalde Rius i Taulet no pudo resistir
la fuerte campaña en contra.
Permanyer
añadió una pequeña columna que tituló A POR EL URBANISTA:
"Cerdà
pagó caro el haber sido impuesto por Madrid. Sufrió una campaña de desprestigio
urdida con leyendas y mentiras, como el sentenciar que no era ni catalán.
Resultaba que había nacido en el seno de una familia que poseía desde mediados
del siglo XV una masía en Centelles; y proclamó la república federal catalana
desde el balcón de la Generalitat. El arquitecto Lluís Doménech i Montaner hizo
correr la especie de que en aquellas calles tan anchas del Eixample no se podría
vivir a causa de las corrientes de aire, e imprimió una orientación a su
hospital de Sant Pau con el fin de que no armonizara con la trama de Cerdà. Y
Doménech era un hombre razonable…El arquitecto Josep Puig i Cadafalch encargaba
al librero Puig i Alfonso que le buscara cuanto había publicado aquel urbanista
diabólico. Periódicamente era avisado para que pasara a recoger más volúmenes.
Su destino era la hoguera, para evitar que nadie se “contaminara” con sus
ideas."
Fue en
1959, cien años después de la aprobación del Plano del Ensanche, cuando comenzó
a reconocerse la obra del urbanista. El Ayuntamiento publicó el breve
volumen: "Ildefonso Cerdá. El hombre y su obra"; los trabajos, debidos a Adolfo
Florensa, Luis Jara, Vicente Martorell, Emilio Bordoy, César Cort y Agustín
Durán y Sampere, son de gran interés. Y el 4 de
noviembre el general Jorge Vigón, ministro de Obras Públicas, junto a Pedro Gual Villalbí, ministro sin
cartera, José María de Porcioles, alcalde de Barcelona, y demás autoridades, inauguraron
una plaza y un monumento dedicados a Ildefonso Cerdá.
LA
VANGUARDIA del día siguiente llevaba en portada la foto (Pérez de Rozas) del
monumento (Antoni Riera i Clavillé), escultura abstracta no muy bien
comprendida ni apreciada.
Ante el
monumento, el alcalde dijo: "Barcelona quiere saldar hoy una vieja deuda que
tenía contraída con el ilustre autor del plan del ensanche de la ciudad, don
Ildefonso Cerdá…"
El monumento a Cerdá en los años
60
El
agradable paisaje de la plaza duró poco. En 1970 comenzó la reforma de la misma
para convertirla en nudo de comunicaciones. El monumento desapareció.
La Plaza Cerdá en 1972
En los
años 90 la plaza fue remodelada nuevamente, pero sigue siendo considerada
indigna del nombre que lleva. Y del monumento, nunca más se supo.
En la
actualidad la Plaça Cerdà es un lugar inhóspito para los peatones, en el que no
existe ningún domicilio, ni placa con su nombre en las paredes; el único sitio donde puede leerse Pl. Cerdà
es en los indicadores para el tráfico.
A
principios de los 70, a pesar de la desaparición de su monumento, que se consideraba
transitoria, el conocimiento de Cerdà fue en aumento. Se trasladó su tumba a
Barcelona y el Instituto de Estudios Fiscales editó su "Teoría General de la
Urbanización: Reforma y ensanche de Barcelona", con una introducción, en el
tercer volumen, de Fabián Estapé, titulada "Vida y obra de Ildefonso Cerdá", libro
cuya lectura es indispensable para conocer a Cerdà.
Periódicamente,
durante muchos años, LA VANGUARDIA se ha ocupado del "caso Cerdà", casi siempre
con la firma de Lluis Permanyer.
En 1994,
con ocasión de importantes descubrimientos de la producción teórica de Cerdà en
la Real Academia de San Fernando de Madrid, entre los que se encontraba el
plano original del Ensanche de Barcelona, se organizó la exposición “Mostra
Cerdà. Urbs i Territori”.
El monumento a Cerdà volvió a reclamarse con insistencia.
El monumento a Cerdà volvió a reclamarse con insistencia.
LV del 22
de junio de 1994 anunciaba la reconciliación de la ciudad con Cerdà.
LV del 23
junio 1994 le dedicaba una página con este titular: "Gana fuerza la idea de
erigir un monumento a Ildefonso Cerdà en un cruce del Eixample". Y debajo: "La
próxima celebración de una gran muestra que recuperará la memoria del urbanista
plantea la oportunidad de un recuerdo permanente a Cerdà, a quien el Ayuntamiento
de la época franquista ya erigió un monumento que años después se derribó".
También una ENCUESTA, en la que Albert Serratosa dice: "Erigir el monumento a
Cerdà es un reto que ni la ciudad ni Cataluña pueden eludir más". Y una columna
de OPINIÓN titulada: Asignatura pendiente, en la que Lluis Permanyer se
pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué no tiene ningún monumento? Y luego añade: Yo no
debo responder; mi obligación es formularme preguntas. Y se me antojan
inquietantes.
La
respuesta, sin embargo, era fácil, aunque entiendo que Permanyer no quisiera
entrar en ella. El Ayuntamiento de Barcelona, aunque regido por socialistas, ha actuado como nacionalista. En 1979, año en
que ETA cometió 68 atentados mortales con 117 víctimas, le dedicó una calle a Sabino Arana, su padre ideológico. En 1991 le dedicó otra calle
a Batista i Roca, fundador y jefe de EPOCA, banda terrorista que asesinó a
Bultó y a Viola con su mujer, y cuyo monumento, erigido cinco años más tarde,
muestra esculpido en bronce su mandato de que "Cal forjar novament el nostre
poble i la seva conciència nacional" (Ver entrada al blog de 31 julio 2011).
¿Cómo van
a dedicar un monumento a Cerdà, que puede recordar a la gente que
el Eixample fue cosa del gobierno de Madrid? Ni borrachos. La construcción
nacional se hace con otros monumentos.
LV del 7
de marzo de 1999 insiste de nuevo. Y también Lluis Permanyer:
En
OPINION, que titula: "Es el momento del desagravio", comienza así:
"ILDEFONS CERDÀ fue crucificado en vida por el hecho de haber sido impuesto por Madrid,
pero luego le ha perseguido un asombroso via cricis de despropósitos…"
LV del 29
marzo de 1999 pone la deuda a Cerdà en el titular.
En ella
ALBERT
SERRATOSA, Ingeniero de caminos. Director del Pla Territorial de Catalunya, dice: "Se debería levantar un monumento a Cerdà en Barcelona.
Particularmente, me inclino por alzar una torre mirador en la plaza de les
Glòries, desde la que se podría admirar el principal fruto de su obra… "
En
2009-2010 se celebró en Any Cerdà con ocasión del 150 aniversario del Plano del Ensanche. El Ayuntamiento de Barcelona aprobó una
proposición del PP para erigir una estatua a Cerdà. Parece que la intención es
colocarla en la plaza de Les Glòries. Esperemos que en 2015, segundo centenario
de su nacimiento, lo veamos hecho realidad y no pase como en ocasiones
anteriores.
Durante
el Año Cerdà se celebraron varias exposiciones sobre su figura y su obra. Muy
interesantes, pero en todas se notó cierta manipulación nacionalista. En la del CCCB se mostró una CRONOLOGIA DE L’EIXAMPLE PER
DÈCADES mencionando acontecimientos importantes. En la web, el catálogo y en la sala se ignoró la inauguración
de la plaza y el monumento a Cerdà en 1959; lo único que había hecho el Ayuntamiento
era editar el folleto del centenario con los escritos de Folguera y Bordoy.
Catálogo CERDÀ I LA BARCELONA DEL FUTUR, CCCB
Cartel en una sala de la exposición del CCCB
¡Ni la
plaza existía ni el monumento había existido para ninguna de las
exposiciones! Otra historia ocultada del nacionalismo catalán, que diría Javier
Barraycoa.
Bueno, al
menos en su pueblo, Centelles, ya le han erigido, por fin, un monumento.
Monumento
a Cerdà. Centelles 2-09-2010
Al
contrario que el maleït Cerdá, el buen arquitecto municipal Rovira i Trias,
ganador del concurso que propuso el Ayuntamiento en 1859, tiene plaza y monumento en
Barcelona desde hace muchos años.
Antes
de finalizar, quiero rendir homenaje a Lluís Permanyer, por su dedicación,
durante tantos años, a divulgar la historia del Eixample de Barcelona y de
Ildefons Cerdà, para quien reclama se reconozcan sus méritos y se le honre con un
monumento.
En el Any
Cerdà, Permanyer publicó el magnífico libro "L’EIXAMPLE -150 ANYS D’HISTÒRIA", y dirigió y presentó un
excelente documental para TV3 titulado "Cerdà, un visionari maleït".
He
buscado su foto en Google y la he encontrado en un espacio de e-Notícies, curiosamente en castellano, anunciando el evento de TV3, y con comentarios:
e-Notícies Multimedia
La Foto del día 27/01/10
El "maldito"
Ildefonso Cerdà
TV3 estrena este jueves, en 'Sense ficció', 'Cerdà, un
visionario maldito', un documental sobre el proyecto de reforma del Eixample de
Barcelona, dirigido por Lluís Permanyer.
4
comentarios
#4 Alcampelló, Barcelona. 29/01/2010 - 16:50
He visto el documental.Ha enseñado la Plaça Cerdà actual,
una ofensa y un desprecio al genio del Eixample. Ha mencionado el monumento
eliminado. Ha dicho que hasta que no tenga el monumento Barcelona no habrá
hecho justicia a I.Cer. Magnífico Ll.Per.
#3 Alcampelló, Barcelona. 28/01/2010 - 01:06
Todavía
hoy Cerdá es despreciado por el nacionalismo identitario más rancio.En la
celebración del Any Cerdà se ha ocultado que en 1959 Barcelona le dedicó una
plaza y en ella le erigió un monumento que fue eliminado al reformarla y no se
ha repuesto.
#2 Alcampelló, Barcelona. 28/01/2010 - 01:02
Con el Eixample Cerdá inició el urbanismo moderno.Cada día
se valora más lo que hizo este catalán genial. Pero el poder local lo rechazó y
tuvo que ser impuesto por el ministro de Fomento Rafael de Bustos, que también
debería citarse en el monumento.
#1 Alcampelló, Barcelona. 28/01/2010 - 00:57
Admiro a Permanyer por su tesón en divulgar la aportación
de Cerdà y lo mal que se lo han agradecido. Merece ser citado en el monumento
que algún día Barcelona levantará al que proyectó una ciudad para todos los
ciudadanos, no solo para los poderosos.
Muchos barceloneses quieren rendir homenaje al padre del
Eixample. Hay asociaciones que lo hacen de forma simbólica en su logo:
El libro "La Barcelona de Cerdà", del Grupo 2C, 2009, comienza
con estas preguntas: "¿En que consiste la reconocida importancia de Barcelona
en el universo de las ciudades europeas? ¿Cuál es su aportación, su cualidad
específica?... ¿Por qué se ha convertido en referente inexcusable cuando se
habla de la ciudad contemporánea?"
Esta
es su respuesta:"Porque Barcelona se ha ido consolidando como estructura
urbana mediante un proyecto moderno que ha tenido continuidad y ha generado un
gran depósito de experiencias basadas en reglas que pueden ser respetadas o
trasgredidas, pero que son, en cualquier caso, una referencia clara e
inteligible para todos cuantos intervienen en ese proceso. El proyecto que está
en la base de la Barcelona a que nos referimos no es otro que el Plan de
Ensanche de Ildefons Cerdà, de 1859. No es exagerado decir que fue Cerdà quien
puso por primera vez a Barcelona en el mapa de las grandes ciudades
europeas."
Ildefonso
Cerdá debe ser honrado con un monumento que muestre claramente y para siempre
a todo el mundo el agradecimiento que le debe Barcelona, la ciudad que lleva su firma.
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
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