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jueves, 19 de abril de 2012

El EIXAMPLE de BARCELONA, una "putada" de MADRIT

De bien nacidos es ser agradecidos, dice el refrán, pero no siempre se cumple. Es muy difícil que los que viven en el victimismo cambien, acepten la realidad y reconozcan públicamente que se han equivocado, que no son víctimas de un atropello sino beneficiarios de una buena decisión. Y si esta decisión la tomó el gobierno de Madrid y los victimistas son nacionalistas, entonces el agradecimiento explícito es prácticamente imposible.
El proyecto del Ensanche de Barcelona según el Plan Cerdà fue aprobado en 1859 por el Ministerio de Fomento, cuyo titular era Rafael de Bustos y Castilla, Marqués de Corvera. El Ayuntamiento de Barcelona, sin embargo, eligió por concurso el Plan Rovira i Trías, de calles radiales y más estrechas. El Gobierno de Madrid rechazó las alegaciones del poder local y, aplicando la legislación vigente, ratificó su decisión en 1860.
El urbanismo de Barcelona, admiración del mundo, es consecuencia de que el poder lejano eligió lo mejor para los ciudadanos barceloneses de entonces y del futuro, enfrentándose al poder de la burguesía local que aspiraba al monumentalismo y la especulación. El Eixample de Barcelona es, siglo y medio después de su puesta en marcha por Ildefonso Cerdà, el rasgo que mejor define la personalidad de la ciudad.
Con ocasión de los Juegos Olímpicos de 1992 se levantó en el Paseo de Colón un gran monumento llamado "La Cara de Barcelona", diseñado por Roy Lichtenstein, máximo exponente del Pop-Art norteamericano, y ejecutado por el escultor pacense Diego Delgado
 La cara de Barcelona (1992), Roy Lichtenstein
Construido con mosaicos de colores, como hacía Gaudí, se ven en el monumento las rondas y las playas, pero destaca la estructura racional e igualitaria de las manzanas del Eixample, rasgo identitario de la ciudad para el genial artista gráfico americano.

A mediados del siglo XIX Barcelona vivía una gran expansión industrial y demográfica; su población pasó de 83.000 habitantes en 1818 a 187.000 en 1850, pero el área que ocupaba la ciudad se mantenía invariable. La realización del Ensanche era una necesidad perentoria.
Vista de Barcelona en 1850. Grabado de Alfred Guedson
Barcelona, plaza fuerte importante, estaba encerrada dentro de una muralla protectora y rodeada por una franja de tierra de 1.240 m. de ancho, considerada "zona de tiro", donde no se podía edificar.
 
 Plano de Barcelona, 1806
El primer paso necesario para la ampliación de la ciudad era derribar las murallas.
El pronunciamiento del general O’Donnell en junio de 1854 significó el inicio del Bienio Progresista, con un gobierno liderado por Espartero que sentó las bases de una profunda reforma liberal. En Barcelona se dieron por fin las condiciones para el inicio de los grandes cambios urbanísticos. Pascual Madoz, figura clave en el derribo de las murallas y la adjudicación del Ensanche a Ildefonso Cerdà, fue nombrado gobernador civil de Barcelona en agosto de 1854.
 Pascual Madoz Ibáñez
Aunque había nacido en Pamplona y estudiado en Barbastro y Zaragoza, Madoz fue un gran político vinculado a Cataluña. Liberal, monárquico, progresista, reformista, anticlerical, director-fundador del periódico “El Catalán”, Gobernador militar del Valle de Arán, activo miembro de la Milicia Nacional, alcalde mayor interino de Barcelona, Diputado a Cortes 14 veces por Tremp (Lleida), proteccionista catalanista y activo defensor de los empresarios e industriales de su tierra de adopción. 
Madoz fue Gobernador civil de Barcelona solo 63 días, pero desarrolló una labor extraordinaria: dirigió con éxito las medidas contra la epidemia de cólera que azotaba la región, terció en las huelgas y lock-outs de las selfactinas y garantizó la financiación para el derribo de las murallas de Barcelona. Volvió al Congreso de Diputados para ocupar el cargo de Presidente y al poco tiempo fue nombrado Ministro de Hacienda.
Derribo de las murallas
La gestión de Madoz fue modélica. El derribo de las murallas financiado por el Estado palió la crisis laboral provocada por la revolución industrial.
La murallas del frente marino se derribaron unos años más tarde, excepto las de Atarazanas (Drassanes), que se han conservado.
 Muralla – Drassanes, 1860
Muralla de mar, 1860
El nuevo Gobernador civil, Cirilo Franquet, continuó la obra de Madoz y encargó a Ildefonso Cerdà los trabajos de levantamiento del plano de los alrededores de la capital (Cerdà aceptó a condición de que fuese gratuito). Con ello se inicia una etapa que concluyó en 1859 con la aprobación del proyecto de Reforma y Ensanche de Barcelona. Fue la entrada de Cerdà en el urbanismo, que marcaría su vida y la del urbanismo universal.

Desde 1856, en que se tiene el plano de los terrenos del llano barcelonés, a 1858 se suceden varias propuestas de planos del ensanche, que pretenden desplazar o enmendar el de la Memoria del Anteproyecto del Ensanche de Barcelona (MAEB), de Cerdà, que era la que circulaba  por el poder central.
A finales de 1858 el gobierno presidido por O’Donnell decide que Barcelona deje de ser plaza fuerte bajo tutela militar y pasa las competencias de todo su desarrollo urbano al ministerio de Fomento, cuyo titular era Rafael de Bustos y Castilla, Marqués de Corvera, brillante político, de gran talento jurídico y fundador de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.  
 Rafael de Bustos y Castilla, Marqués de Corvera

A finales de 1858 todo estaba a favor de que Barcelona pusiera en marcha su Eixample. Fue Ildefonso Cerdà, que entonces tenía 43 años, el que hizo del mismo una obra maestra .

  Ildefons Cerdà i Sunyer
Ingeniero de Caminos, político liberal progresista como Madoz  y creador por vocación del urbanismo moderno, supo ganarse con su talento la admiración y confianza de los que podían decidir, enfrentándose al poder local que se servía de los dóciles arquitectos de la Escuela de Bellas Artes.
En un viaje a Madrid en enero de 1859 Cerdà consiguió la autorización del Ministro de Fomento Rafael de Bustos y Castilla - luego muy amigo de Cerdà hasta su vejez - para realizar en doce meses los estudios de ensanche y reforma de Barcelona, aunque sin compromiso alguno, y la legitimación para presentarse como encargado por el Gobierno para preparar el proyecto.
Cerdà aceleró su trabajo al conocer que el Ayuntamiento de Barcelona convocaba en abril del mismo año un concurso de proyectos para desplazarle, de forma que ese mismo mes pudo presentar en el Ministerio de Fomento el Plano del Proyecto y su Teoría de la Construcción de las Ciudades:
 
En su opúsculo PASCUAL MADOZ E ILDEFONSO CERDA, DOS PIONEROS EN LA EPIFANIA DE LA URBANISTICA el profesor Javier García-Bellido describe los detalles de la presentación:
Cerdà viajó a Madrid en abril de 1859, y antes de ir al Ministerio de Fomento enseñó su trabajo a Cirilo Franquet,  Ignacio Llasera (Gobernador Civil de Barcelona aquel año, que estaba allí para presentar las bases del concurso del Ayuntamiento), Laureano Figuerola (gran político, amigo común de Cerdá y Madoz) y finalmente a Pascual Madoz, el cual manifestó que no era prudente ponerse en contra del Ayuntamiento de Barcelona y que solo disponía de tiempo para echarle una ojeada por la noche. Pero cuando al día siguiente fueron a recogerlo se encontraron con un Madoz entusiasmado con el proyecto de Cerdá, que había estudiado a fondo, y se ofreció para apoyarlo sin importarle la opinión del Ayuntamiento.
La Junta Consultiva de Caminos Canales y Puertos, máximo órgano de Fomento, dictaminó proponiendo la aprobación del proyecto Cerdà, publicándose en la R.O. del 7 de junio y siendo reafirmada por la R.O. del 31 de Julio (al terminarse el plazo). La aprobación definitiva autorizando a edificar en el ensanche Cerdà llegó con la R.O. de 31 de marzo de 1860.
Y concluye García-Bellido: Podríamos decir que la propuesta de Cerdà arrasó por goleada a todos sus contemporáneos porque hubo en el sitio adecuado y en el momento oportuno un poder político que lo entendió y lo impulsó contra viento y marea.
El Ingeniero de Caminos y Urbanista Albert Serratosa explicaba así en 2002 el proyecto de Cerdà:
. Una visión innovadora y sin precedentes de la "nueva civilización" intuida por Cerdà en base al telégrafo y a la aplicación del vapor a la industria y a los transportes (ferrocarril y barco).
. Unos objetivos claros para responder a las exigencias económicas, pero sobre todo sociales (higienismo, igualdad, privacidad,…)
. El diseño, sin distinción de clases sociales, de una vivienda estándar, agrupable en unas manzanas urbanas, con muchas de las ventajas del mundo rural al disponer en todos los casos de una plaza interior de 60x60 m.
. Una red viaria generosa, en forma de retícula ortogonal, con calles de un mínimo de 20 m. de anchura, para garantizar la movilidad de las personas y mercancías y el paso de los servicios (saneamiento, aguas, telégrafo,…), así como la conexión a la “vialidad universal”.
. Una distribución equitativa de parques y equipamientos (escuelas, hospitales, mercados, iglesias,…) por todos los barrios y distritos.
. Unos indicadores precisos (anchura de las calles, altura de las edificaciones, profundidad edificable, fachada mínima, patio interior,…) para garantizar una aplicación correcta de las ordenanzas al servicio de una mayor calidad de vida.
La visión integral de la ciudad, que no se reduce a la cuadrícula típica de Barcelona, sitúa a Cerdà en un lugar excepcional en la historia del urbanismo mundial. El casi siglo y medio transcurrido desde la formulación del Proyecto de Ensanche (1859) ha confirmado los extraordinarios aciertos de Cerdà al interpretar la precaria situación de partida, al intuir las tendencias fuertes del futuro, al enunciar unos objetivos de alto contenido social, al captar la importancia de las redes en la ciudad y al proponer unos instrumentos muy precisos. Cerdà es quizá el ejemplo más relevante de que "el futuro no se puede prever, pero se puede inventar".
La decisión del Gobierno de Madrid aprobando el Plan Cerdà para el Ensanche de Barcelona sentó muy mal al Ayuntamiento, que había preferido el de Antonio Rovira y Trías, el que mejor sintetizaba los criterios establecidos por la clase dirigente: monumentalidad y división social del espacio acorde a los intereses de las élites. 
Plano del Proyecto de Rovira y Trías

Para Fabián Estapé, economista y biógrafo de Cerdà, el argumento fundamental por el cual el Gobierno de Madrid impuso el Plan Cerdà fue que era mucho más completo y ambicioso que el de sus competidores. Hay otro argumento fundamental en los trece planos del Ayuntamiento de Barcelona: éstos, en general dibujan calles de doce metros de ancho y, en cambio, Cerdà los diseña, como mínimo, de veinte metros, por consideraciones de higiene, velocidad, tiempo, etc. …Un año después, el Ayuntamiento se rasgaba las vestiduras por considerar que el que el Gobierno de Madrid impusiese el de Cerdà era una especie de “violación” a la soberanía local. Y para contentar a los demás concursantes se les dedicó un espacio urbano. Así nacen la plaza Rovira y Trías, la Plaza Molina, etc. ¿Y a Cerdà, qué? Nada. Le dicen: "Usted se queda sin reconocimiento público, sin medalla". 
El odio que suscitó el Plan Cerdà duró muchos años.
Alexandre Cirici Pellicer, escritor y crítico de arte, escribía en 1959 con ocasión del centenario del proyecto: Durante muchos años estuvo vivo y fue popular el recuerdo de que el plan Cerdà había sido impuesto por el gobierno autocrático de O’Donnell, contra la voluntad de la ciudad de Barcelona, representada por su municipio, y se llegó a incorporar al ideario de defensa colectiva de Cataluña la idea de que el plan de urbanismo barcelonés constituía uno de los agravios a reprochar al centralismo, atribuyéndole el carácter de una maniobra deliberada del gobierno de Madrid para impedir la grandeza monumental de Barcelona y obligarla a una uniformidad carcelaria. En este sentido, la queja contra el plan de Ensanche de Barcelona formó parte, oficialmente, de numerosos memoriales de agravios y de las más encendidas protestas de la conciencia política ciudadana.
Y cita a Prat de la Riba que en 1905 se sentía…invadido por una profunda indignación contra los gobiernos que nos impusieron la monótona y vergonzosa cuadrícula del plan oficial de urbanismo.
En 1959 el Ayuntamiento franquista de Porcioles dedicó a Cerdà una plaza y le erigió un monumento. Por desgracia, a principios de los 70 la plaza fue remodelada y el monumento destruido. Y así sigue. 
En los últimos años el prestigio de Ildefons Cerdà y de su obra no ha parado de crecer. Su urbanismo se considera el más avanzado del siglo XIX. 
 
En 2009-2010 Barcelona celebró el Año Cerdà, con ocasión del 150 aniversario del Proyecto. El Ayuntamiento y la Diputación organizaron varios actos y exposiciones. Tal vez la más interesante fue la del CCCB: CERDÀ I LA BARCELONA DEL FUTUR
Muy buena exposición, pero distorsionadora de la Historia. En el catálogo puede leerse (la traducción es mía):
1. UN PROYECTO VALIOSO E INNOVADOR
12. La fuerza de su imagen hace pensar que el "Ensanche es Barcelona"
Pocas ciudades tienen una forma urbana potente y ordenada que les identifica, y Barcelona como Nueva York, Roma o París gozan de esta característica. En el caso de Barcelona, el Ensanche es la pieza clave de la "forma urbis" como en Nueva York es Manhattan, y se da la circunstancia de que ambos casos no son fruto de la imposición desde el poder absoluto, sino de la voluntad de la ciudad y de sus operadores, de seguir un proyecto valioso propuesto por Ildefonso Cerdà el año 1859 y por la Comisión para la extensión de Nueva York el año 1815.
Y en la Presentación, Josep Ramoneda, Director del CCCB, escribe (la traducción es mía):
…la idea de Ildefonso Cerdà - el Ensanche barcelonés – es tan potente que se ha impuesto sin tener ni la protección de un monarca absoluto ni la ayuda de un poder político fuerte que ordenase su construcción. Esto es un misterio – del cual la inteligencia y la tenacidad de Cerdà explican mucho - que sorprende siempre a los estudiosos extranjeros … Y durante 150 años el modelo Cerdà ha determinado la morfología de Barcelona. Y la seguirá determinando. Todo eso en un país que no tenía ni un poder de Estado propio y ni tan siquiera una gran fortaleza municipal.

¡Vaya, vaya, con el nacionalista Josep Ramoneda! ¿Un misterio? ¡Con Estat propi el Eixample tendría calles radiales de 12 metros, los semáforos hechos un lío y el tráfico un caos! ¿Alguien lo duda?
Pero al menos, Ramoneda no se queja del Gobierno de Madrid. Algo hemos avanzado aunque no muestre agradecimiento.

Para los nacionalistas identitarios, que basan su discurso en las diferencias y el victimismo, la historia real del Ensanche echa por tierra sus argumentos. Por eso distorsionan esa historia y ocultan lo que no les conviene. No pueden admitir de buen grado que la hermosa cara de Barcelona se haya conformado gracias al poder lejano de Madrid y en contra de la voluntad del poder local. Y menos dar las gracias por ello
Decía Fabián Estapé, el año 2000, en una conferencia sobre este tema en Luxemburgo: Por cierto que, misteriosamente, de O’Donnell nadie habla: el tradicional “ninguneo” de siempre… Ni de O’Donnell, ni de los otros que vieron en el proyecto de Cerdà lo mejor para la Barcelona de todos

Como ciudadano de esa Barcelona quiero expresar mi particular agradecimiento y homenaje a:
  Leopoldo O’Donnell
  Rafael de Bustos y Castilla
 Pascual Madoz
También a Cirilo Franquet, Laureano Figuerola y a todos los que creyeron en Cerdà y le ayudaron a realizar su obra.
Y por supuesto, a Ildefons Cerdà i Sunyer, pero de él - que como dice Fabián Estapé, tuvo que pagar un altísimo precio de incomprensiones, injurias e ingratitudes, y decían que era madrileño, hijo de mala madre, malvado y odioso militarvolveremos a tratar otro día.  

3 comentarios:

  1. Muy bue artículo. Bueno, para algun catalan un sr que llegá a Madrid en 1835 y entre idas y venidas estuvo hasta 1875, quizas sea madrileño. Bueno Cerdá no pudo hacer en Madrid lo mismo que en Barcelona. En 1854 la ciudad de Barcelona derribó sus murallas por culpa de Madrit, pagandolo el goerno de la nacion, lo que permitio hacer en ensanche de Barcelona, que com decia Carlos III, a los españoles hay ue tratarlos como niños... todo culpa de Madrit Matrit tuvo peor suerte, No tenia murallas, sino una tapia, vulgar y corriente, aun quedan restos paea verlas. Pero tuvo que esperar 15 años para derribar una vulgar tapia.Los planos que renemos de RAZADO Y PROYECTO DE REFORMA DE MADRID de Ildefnso Cerdá son de murallas adentro de 1961. De todas formas Gracias Cerdá, por tener buenos amigos como Corbera y Madoz. Que como tú, tampoco eran catalanes. No se si en Madrid tenemos una calle de Cerdá, pero ahora que la abuela alcaldesa busca nomre de calles, se lo propondremos. 40 Años callejeando Matrit, se lo merece.

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