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miércoles, 30 de mayo de 2012

BARCELONA en deuda con CERDÀ, el MALDITO


El Ensanche de Barcelona, joya urbanística que admira todo el mundo, se pudo realizar gracias a una decisión política tomada hace 153 años por el Gobierno de España que presidía Leopoldo O’Donnell, con Rafael de Burgos y Castilla como ministro de Fomento. El poder local, representado por el Ayuntamiento de la ciudad, había elegido otro modelo con calles más estrechas y radiales que facilitaba la especulación y la separación social.  
El mérito de los progresistas que detentaban el poder en Madrid, así como el de los que les aconsejaron, no fue otro que el de reconocer el valor del proyecto que había preparado Ildefons Cerdà y comprometerse con su ejecución pensando en la ciudad y los ciudadanos de su tiempo y del futuro, sin importarles el enfrentamiento con la poderosa burguesía barcelonesa. Pagaron  por ello, pero mucho más el autor de la obra maestra del urbanismo de su época y el que más agradecimiento merece: Cerdà, un visionari maleït, como le llama  Lluís Permanyer.   
 
Retrato póstumo de Ildefons Cerdà i Sunyer
Ildefons Cerdà i Sunyer nació en Centelles (Barcelona) el 23 de diciembre de 1815 en el seno de una rica familia terrateniente propietaria de la extensa finca del Mas Cerdà desde el siglo XV. 
 El Mas Cerdà de la Garga, donde nació y se crió Ildefons Cerdà 
Fue el cuarto de seis hermanos y se le destinó a seguir la carrera eclesiástica  en el seminario de Vic, pero en 1832, en desacuerdo con su padre, se trasladó a Barcelona para estudiar matemáticas y arquitectura. No llegó a alcanzar el título de arquitecto porque en 1835 marchó a Madrid e ingresó en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, que había sido reabierta. Aunque su madre le enviaba dinero, pasó apuros económicos y tuvo que dar clases de matemáticas y gramática para mantenerse. En 1841 obtiene su título, ingresa en el cuerpo de Ingenieros de Caminos - el de ideas más avanzadas del país - y comienza a trabajar para el Estado. Consigue la independencia económica y actúa con plena entrega en el campo de las ideas liberales.
Se alistó a la Milicia Nacional, organización de ciudadanos armados, distinta del Ejército, al servicio del proyecto político liberal.
En 1848 casó con Clotilde Bosch, hermosa joven de 19 años hija de un banquero. El matrimonio no funcionó bien, a pesar de que tuvieron cuatro hijas. En 1862, poco después del nacimiento de la cuarta (en la que Ildefons no había participado), se separaron. Esta hija menor, Clotilde Cerdà, niña prodigio de la música, fue la arpista de fama mundial Esmeralda Cervantes, nombre artístico que le había aconsejado Victor Hugo.
Las prematuras muertes de su padre y hermanos mayores convirtieron a Cerdà en heredero del patrimonio familiar en 1848, lo que le permitió en 1849 separarse del Cuerpo de Ingenieros de Caminos y dedicarse, de forma obsesiva hasta el final de su vida, a sus dos pasiones: la función pública (la política) y el urbanismo.

Como político, participó en las elecciones de 1850 en la misma candidatura progresista que Pascual Madoz, siendo elegido diputado por Barcelona en las Cortes Españolas. Más tarde, en 1854, entró como regidor en el Ayuntamiento de Barcelona. Intervino como mediador en conflictos sociales, lo que le generó enemistades en las clases dominantes. En 1856 fue destituido del Ayuntamiento por el Capitán General y encarcelado en dos ocasiones, pero en 1864 volvió a ser regidor. Durante la revolución de 1868 volvió a la política como militante del Partido Republicano Democrático Federal y en 1871 fue elegido miembro de la Diputación de Barcelona, de la que fue vicepresidente y presidente, contribuyendo a proclamar la Primera República Española en 1873.
Para Cerdà, como dijo en 1880 su biógrafo Manuel Angelón en el Ateneo Barcelonés, "la palabra política quería decir país, quería decir humanidad; consideraba la política como una ciencia práctica, y cuanto no es práctico no era política para él. Nunca fue político en el sentido especulativo de la palabra."
La pasión por el urbanismo se despertó en Cerdà durante su estancia de estudiante en Barcelona, al entrar en contacto con el socialismo utópico de Cabet y relacionarse con Narcís Monturiol. Pero fue a partir de 1850 cuando fijó las bases de su proyecto urbanístico al constatar como la ciudad, ahogada por las murallas, no podía crecer física ni higiénicamente. En las páginas iniciales de su "Teoría General de la Urbanización", Cerdà revela la intensidad de su pasión, a la que sacrificaba todo, incluso su carrera como Ingeniero:
"la sacrifiqué también sin vacilar, a fin de quedar enteramente libre e independiente, sin estorbo alguno que me embarazase en mi camino, sin consideración de ningún género que se opusiese a mi propósito, sin traba alguna que pudiese contener mi afición, ya irresistible, a los estudios de urbanización." 
Y en la introducción a su "Monografía estadística de la clase obrera de Barcelona en 1856", dice Cerdà:
"En un tratado de urbanización, y más aún cuando su objeto es el de la aplicación práctica a la reforma y ensanche de una urbe dada, es de primera necesidad conocer bajo todos sus aspectos y, en cuanto cabe, hasta en los más íntimos medios y resortes, el funcionamiento de todas y de cada una de las clases que componen la población predestinada a encerrarse y vivir en la urbe, de cuyo mejoramiento material se trata."  
El urbanismo de Cerdà es resultado de sus ideas políticas y sociales, del conocimiento de los cambios que se estaban produciendo en la sociedad de su tiempo, por el desarrollo tecnológico, y de su previsión del futuro.
En 1857 escribió: "Cuando las vías férreas se hayan generalizado, todas las naciones Europeas serán una sola ciudad y todas las familias una sola, unas mismas serán sus formas de gobierno, unas mismas serán sus creencias, hablarán un solo idioma y serán análogas sus costumbres".
Y en 1859: "Todo en este siglo se encamina a la desaparición de los límites, todo tiende a la fusión general, todo propende a la paz."
Dice Fabián Estapé: "ldefonso Cerdá era ciertamente un técnico, pero en sus trabajos buscó las soluciones técnicas a sus preocupaciones políticas y sociales. … Por encima de los detalles técnicos, el Plano Cerdá supone la aplicación de su ideología y de sus convicciones políticas a la tarea urbanizadora."
Una de las singularidades de su Plano es el chaflán de 20 m. que convierte los cruces de las calles de 20 m. de ancho en plazas con forma de octógono regular, para facilitar la circulación y aparcamiento de lo que él llamaba locomotoras particulares (el motor de explosión no se había inventado todavía), que no dudaba iban a proliferar en el futuro.
 Viñeta en un almanaque humorístico, 1863
La vida de Ildefons Cerdà durante el desarrollo del Ensanche no fue fácil. Desde el principio sufrió la oposición y el desprecio de la clase dominante de Barcelona, que no aceptaba el carácter antiespeculativo, igualitario y racionalista de su plan; y también de los arquitectos, que consideraron una afrenta el hecho de que la responsabilidad urbanística recayera en un ingeniero.
El proyecto inicial de 1859 se fue desvirtuando casi desde el principio, cerrando las manzanas, elevando la altura de los edificios y construyendo en los espacios verdes. 
Dice Fabián Estapé:
"La tarea de Cerdá fue casi inhumana, y por serlo tuvo que pagar un altísimo precio de incomprensiones, injurias e ingratitudes. Pero estimo que Ildefonso Cerdá merece cualquier cosa menos compasión. Cuando puede observarse una relación de causa-efecto entre la vocación libremente elegida y los resultados conseguidos, el sentimiento que ha de brotar es el de admiración y no el de conmiseración. En cierto modo, Ildefonso Cerdà fue un iluminado que tuvo tiempo suficiente, a pesar de todo, para contemplar los resultados de sus esfuerzos."
Sin embargo, reconoce que:"Después del cenit alcanzado en 1859 y 1860, los años que le separan de su muerte no fueron más que un prolongado, amargo y durísimo naufragio."
El verano de 1876 se trasladó con una de sus hijas a las termas de Caldas de Besayas (Santander), ignorando que sufría una cardiopatía. Falleció el 21 de agosto como consecuencia de un sincope cardíaco. 
Dos días después, los diarios barceloneses Diario de Barcelona y La Imprenta insertaron su esquela. En este último, afín a sus ideas, puede leerse: "El señor Cerdá era liberal y tenía talento, dos circunstancias que en España perjudican y suelen crear muchos enemigos; pero así como pasados algunos años se ha reconocido la bondad de su plano de ensanche, hoy ya en el sepulcro, se hará justicia a sus eminentes cualidades."
Los restos de Cerdà fueron trasladados a Barcelona en 1971 para ser enterrados en el cementerio de Montjuich bajo una losa de mármol blanco que reproduce su plano de 1859 (Antoni Riera i Clavillé/ Josep Mª. Subirachs).
 
 Tumba de Ildefons Cerdà i Sunyer
A medida que se iba desarrollando el Ensanche de Barcelona aumentaba el número de personas que lo valoraba y quería expresar su reconocimiento a Cerdà. 


LA VANGUARDIA del 7 de mayo de 1884 recoge en su Crónica la sesión del Ayuntamiento del día anterior en la que se solicitó "que en el centro de la plaza de Tetuán se levante un monumento dedicado a la memoria del ingeniero don Ildefonso Cerdá"

 

El periódico La Esquella de la Torratxa le dedicó este verso en 1889:
La millor flor que figura / en sa fúnebre corona, / es lo sèu plano d' Ensanche / que ha transformat  Barcelona.
(Un cap de brot es una persona que destaca sobremanera en lo que hace, una eminencia).

En el congreso internacional de ingeniería, que tuvo lugar en Barcelona con ocasión de la Exposición Universal de 1888, los asistentes instaron al Ayuntamiento a que levantara un monumento a Cerdà, cuya obra estimaban era una honra para la ciudad y para la ciencia. El periodista y cronista de la ciudad de Barcelona Lluís Permanyer, explicaba en LA VANGUARDIA del 28 de mayo de 2009 (pocos días antes de comenzar el Año Cerdá) el fracaso de este monumento, "del que  existían maqueta y plano e incluso se había escogido el lugar y puesto la primera piedra". El alcalde Rius i Taulet no pudo resistir la fuerte campaña en contra.
 Permanyer añadió una pequeña columna que tituló A POR EL URBANISTA:
"Cerdà pagó caro el haber sido impuesto por Madrid. Sufrió una campaña de desprestigio urdida con leyendas y mentiras, como el sentenciar que no era ni catalán. Resultaba que había nacido en el seno de una familia que poseía desde mediados del siglo XV una masía en Centelles; y proclamó la república federal catalana desde el balcón de la Generalitat. El arquitecto Lluís Doménech i Montaner hizo correr la especie de que en aquellas calles tan anchas del Eixample no se podría vivir a causa de las corrientes de aire, e imprimió una orientación a su hospital de Sant Pau con el fin de que no armonizara con la trama de Cerdà. Y Doménech era un hombre razonable…El arquitecto Josep Puig i Cadafalch encargaba al librero Puig i Alfonso que le buscara cuanto había publicado aquel urbanista diabólico. Periódicamente era avisado para que pasara a recoger más volúmenes. Su destino era la hoguera, para evitar que nadie se “contaminara” con sus ideas."
Fue en 1959, cien años después de la aprobación del Plano del Ensanche, cuando comenzó a reconocerse la obra del urbanista. El Ayuntamiento publicó el breve volumen: "Ildefonso Cerdá. El hombre y su obra"; los trabajos, debidos a Adolfo Florensa, Luis Jara, Vicente Martorell, Emilio Bordoy, César Cort y Agustín Durán y Sampere, son de gran interés. Y el 4 de noviembre el general Jorge Vigón, ministro de Obras Públicas,  junto a Pedro Gual Villalbí, ministro sin cartera, José María de Porcioles, alcalde de Barcelona, y demás autoridades, inauguraron una plaza y un monumento dedicados a Ildefonso Cerdá.
LA VANGUARDIA del día siguiente llevaba en portada la foto (Pérez de Rozas) del monumento (Antoni Riera i Clavillé), escultura abstracta no muy bien comprendida ni apreciada.
Ante el monumento, el alcalde dijo: "Barcelona quiere saldar hoy una vieja deuda que tenía contraída con el ilustre autor del plan del ensanche de la ciudad, don Ildefonso Cerdá…"
El monumento a Cerdá en los años 60
El agradable paisaje de la plaza duró poco. En 1970 comenzó la reforma de la misma para convertirla en  nudo de comunicaciones. El monumento desapareció.  
La Plaza Cerdá en 1972
En los años 90 la plaza fue remodelada nuevamente, pero sigue siendo considerada indigna del nombre que lleva. Y del monumento, nunca más se supo.

En la actualidad la Plaça Cerdà es un lugar inhóspito para los peatones, en el que no existe ningún domicilio, ni placa con su nombre en las paredes; el  único sitio donde puede leerse Pl. Cerdà es en los indicadores para el tráfico.  
A principios de los 70, a pesar de la desaparición de su monumento, que se consideraba transitoria, el conocimiento de Cerdà fue en aumento. Se trasladó su tumba a Barcelona y el Instituto de Estudios Fiscales editó su "Teoría General de la Urbanización: Reforma y ensanche de Barcelona", con una introducción, en el tercer volumen, de Fabián Estapé, titulada "Vida y obra de Ildefonso Cerdá", libro cuya lectura es indispensable para conocer a Cerdà.

Periódicamente, durante muchos años, LA VANGUARDIA se ha ocupado del "caso Cerdà", casi siempre con la firma de Lluis Permanyer.
En 1994, con ocasión de importantes descubrimientos de la producción teórica de Cerdà en la Real Academia de San Fernando de Madrid, entre los que se encontraba el plano original del Ensanche de Barcelona, se organizó la exposición “Mostra Cerdà. Urbs i Territori”
El monumento a Cerdà volvió a reclamarse con insistencia.

LV del 22 de junio de 1994 anunciaba la reconciliación de la ciudad con Cerdà.
LV del 23 junio 1994 le dedicaba una página con este titular: "Gana fuerza la idea de erigir un monumento a Ildefonso Cerdà en un cruce del Eixample". Y debajo: "La próxima celebración de una gran muestra que recuperará la memoria del urbanista plantea la oportunidad de un recuerdo permanente a Cerdà, a quien el Ayuntamiento de la época franquista ya erigió un monumento que años después se derribó". También una ENCUESTA, en la que Albert Serratosa dice: "Erigir el monumento a Cerdà es un reto que ni la ciudad ni Cataluña pueden eludir más". Y una columna de OPINIÓN titulada: Asignatura pendiente, en la que Lluis Permanyer se pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué no tiene ningún monumento? Y luego añade: Yo no debo responder; mi obligación es formularme preguntas. Y se me antojan inquietantes.
La respuesta, sin embargo, era fácil, aunque entiendo que Permanyer no quisiera entrar en ella. El Ayuntamiento de Barcelona, aunque regido por socialistas,  ha actuado como nacionalista. En 1979, año en que ETA cometió 68 atentados mortales con 117 víctimas, le dedicó una calle a Sabino Arana, su padre ideológico. En 1991 le dedicó otra calle a Batista i Roca, fundador y jefe de EPOCA, banda terrorista que asesinó a Bultó y a Viola con su mujer, y cuyo monumento, erigido cinco años más tarde, muestra esculpido en bronce su mandato de que "Cal forjar novament el nostre poble i la seva conciència nacional" (Ver entrada al blog de 31 julio 2011).
¿Cómo van a dedicar un monumento a Cerdà, que puede recordar a la gente que el Eixample fue cosa del gobierno de Madrid? Ni borrachos. La construcción nacional se hace con otros monumentos. 
LV del 7 de marzo de 1999 insiste de nuevo. Y también Lluis Permanyer:
 
En OPINION, que titula: "Es el momento del desagravio", comienza así:
"ILDEFONS CERDÀ fue crucificado en vida por el hecho de haber sido impuesto por Madrid, pero luego le ha perseguido un asombroso via cricis de despropósitos…" 
LV del 29 marzo de 1999 pone la deuda a Cerdà en el titular.
En ella ALBERT SERRATOSA, Ingeniero de caminos. Director del Pla Territorial de Catalunya, dice: "Se debería levantar un monumento a Cerdà en Barcelona. Particularmente, me inclino por alzar una torre mirador en la plaza de les Glòries, desde la que se podría admirar el principal fruto de su obra… "  
En 2009-2010 se celebró en Any Cerdà con ocasión del 150 aniversario del Plano del Ensanche. El Ayuntamiento de Barcelona aprobó una proposición del PP para erigir una estatua a Cerdà. Parece que la intención es colocarla en la plaza de Les Glòries. Esperemos que en 2015, segundo centenario de su nacimiento, lo veamos hecho realidad y no pase como en ocasiones anteriores. 

Durante el Año Cerdà se celebraron varias exposiciones sobre su figura y su obra. Muy interesantes, pero en todas se notó cierta manipulación nacionalista. En la del CCCB se mostró una CRONOLOGIA DE L’EIXAMPLE PER DÈCADES mencionando acontecimientos importantes. En la web, el catálogo y en la sala se ignoró la inauguración de la plaza y el monumento a Cerdà en 1959; lo único que había hecho el Ayuntamiento era editar el folleto del centenario con los escritos de Folguera y Bordoy.
  Catálogo CERDÀ I LA BARCELONA DEL FUTUR, CCCB
 Cartel en una sala de la exposición del CCCB
¡Ni la plaza existía ni el monumento había existido para ninguna de las exposiciones! Otra historia ocultada del nacionalismo catalán, que diría Javier Barraycoa.
Bueno, al menos en su pueblo, Centelles, ya le han erigido, por fin, un monumento. 
Monumento a Cerdà. Centelles 2-09-2010
Al contrario que el maleït Cerdá, el buen arquitecto municipal Rovira i Trias, ganador del concurso que propuso el Ayuntamiento en 1859, tiene plaza y monumento en Barcelona desde hace muchos años.

Antes de finalizar, quiero rendir homenaje a Lluís Permanyer, por su dedicación, durante tantos años, a divulgar la historia del Eixample de Barcelona y de Ildefons Cerdà, para quien reclama se reconozcan sus méritos y se le honre con un monumento.
En el Any Cerdà, Permanyer publicó el magnífico libro "L’EIXAMPLE -150 ANYS D’HISTÒRIA", y dirigió y presentó un excelente documental para TV3 titulado "Cerdà, un visionari maleït"

He buscado su foto en Google y la he encontrado en un espacio de e-Notícies, curiosamente en castellano, anunciando el evento de TV3, y con comentarios:   

e-Notícies    Multimedia  La Foto del día 27/01/10
El "maldito" Ildefonso Cerdà
TV3 estrena este jueves, en 'Sense ficció', 'Cerdà, un visionario maldito', un documental sobre el proyecto de reforma del Eixample de Barcelona, dirigido por Lluís Permanyer.  
             4 comentarios
#4 Alcampelló, Barcelona. 29/01/2010 - 16:50
He visto el documental.Ha enseñado la Plaça Cerdà actual, una ofensa y un desprecio al genio del Eixample. Ha mencionado el monumento eliminado. Ha dicho que hasta que no tenga el monumento Barcelona no habrá hecho justicia a I.Cer. Magnífico Ll.Per.
#3 Alcampelló, Barcelona. 28/01/2010 - 01:06
Todavía hoy Cerdá es despreciado por el nacionalismo identitario más rancio.En la celebración del Any Cerdà se ha ocultado que en 1959 Barcelona le dedicó una plaza y en ella le erigió un monumento que fue eliminado al reformarla y no se ha repuesto.
#2 Alcampelló, Barcelona. 28/01/2010 - 01:02
Con el Eixample Cerdá inició el urbanismo moderno.Cada día se valora más lo que hizo este catalán genial. Pero el poder local lo rechazó y tuvo que ser impuesto por el ministro de Fomento Rafael de Bustos, que también debería citarse en el monumento.
#1 Alcampelló, Barcelona. 28/01/2010 - 00:57
Admiro a Permanyer por su tesón en divulgar la aportación de Cerdà y lo mal que se lo han agradecido. Merece ser citado en el monumento que algún día Barcelona levantará al que proyectó una ciudad para todos los ciudadanos, no solo para los poderosos. 
Muchos barceloneses quieren rendir homenaje al padre del Eixample. Hay  asociaciones que lo hacen de forma simbólica en su logo:
El libro "La Barcelona de Cerdà", del Grupo 2C, 2009, comienza con estas preguntas: "¿En que consiste la reconocida importancia de Barcelona en el universo de las ciudades europeas? ¿Cuál es su aportación, su cualidad específica?... ¿Por qué se ha convertido en referente inexcusable cuando se habla de la ciudad contemporánea?"
Esta es su respuesta:"Porque Barcelona se ha ido consolidando como estructura urbana mediante un proyecto moderno que ha tenido continuidad y ha generado un gran depósito de experiencias basadas en reglas que pueden ser respetadas o trasgredidas, pero que son, en cualquier caso, una referencia clara e inteligible para todos cuantos intervienen en ese proceso. El proyecto que está en la base de la Barcelona a que nos referimos no es otro que el Plan de Ensanche de Ildefons Cerdà, de 1859. No es exagerado decir que fue Cerdà quien puso por primera vez a Barcelona en el mapa de las grandes ciudades europeas." 

Ildefonso Cerdá debe ser honrado con un monumento que muestre claramente y para siempre a todo el mundo el agradecimiento que le debe Barcelona, la ciudad que lleva su firma.



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